Suite Soprano se consolida poco a poco con Domenica ante un exigente público que acepta de forma natural su evolución entre discos.


Crónica: Srta. Red / Fotos: Ary B.


Hoy, o quizás siempre, cuando se trata de cumplir un sueño las cosas acaban pasando de dos maneras: persiguiéndolas o buscando que pasen mientras te dejas llevar. Lo bueno de lo segundo es que el sueño puede acabar mutando en cosas maravillosas, transformándose en algo que poco tenía que ver con la concepción inicial. Y esta es la manera en que se forma un grupo de hip hop que encaja, con sentido y significado, un violín en directo, entre otras muchas cosas. Por eso y por más, anoche hicimos hueco para Suite Soprano en Málaga.

El refugio sonoro cumplió su parte. La noche era lluviosa, de frío relativo y de noviembre, pero así fue la que trajo a Elhombreviento, Juancho Marqués, Sule B y DJ Kaplan a la sala Trinchera. El precalentamiento necesario fue a cargo de Matulla, desde Ronda, seguido del propio Viento que, deslizando su propuesta sin ninguna timidez, consiguió sorprender a propios y extraños hasta poner al público en el grado de temperatura exacta para recibir a Suite Soprano.

Como parte de la formación, él fue quien presentó al resto de sus compañeros justo antes de que bajaran por la carismática escalera de La Trinchera. El público era mucho más numeroso que en otras visitas a la ciudad, y pasar de una centena de asistentes a llenar una sala en la que caben casi 700 personas, debe impresionar, como mínimo.


Si Domenica fue un salto al vacío con los ojos cerrados muy, muy fuerte, la jugada les ha salido bien, y eso siempre son buenas noticias para la música.


Durante el concierto, Sule B. y Juancho lideraron la parte lírica mientras Kaplan y Viento cerraban el círculo tras la mesa. Su elegancia, por definición, cubrió las crudas letras que el público repetía al momento. La complicidad, el violín, las bases, las palabras. Un paseo entre casas en llamas y estaciones en calma, un repaso a las noticias con rabia lenta aunque ya no tan desesperada; siempre con amor hacia los presentes y recuerdo eterno para los que no están. Cualquiera diría que la lista de canciones que salió estuvo al servicio de todo lo anterior y no al revés. Alternaron Nada más lejos (2012) y su nuevo Domenica (2014), dejando fluir algunas como Tainted, Soprano files, Triclinio, Blue baby blue o Nada más lejos; todas, absolutamente todas, respaldadas por los cientos de personas que tenían delante.

Los titulares que se colaron entre canciones amenizaron la hora y cuarto que duró el concierto. Mencionaron a Cheb Rubën, comentaron la ausencia justificada de H. Roto, Kaplan pasó al primer plano durante un momento y celebramos el cumpleaños tardío de Viento.

Quizás la naturaleza introspectiva de Suite Soprano invite a pensar de primeras que es más fácil escucharles en un ambiente tranquilo, relajado, incluso solitario. Pero su adaptación al calor del público pasó con nota, y prueba de ello fue la gran capacidad de convocatoria que tienen y van aumentando a cada paso. Si Domenica fue un salto al vacío con los ojos cerrados muy, muy fuerte, la jugada les ha salido bien y eso siempre son buenas noticias para la música, independientemente del género.

Y hablando de música (y lírica); dos mundos multiplicados por cuatro personas hacen ocho en total. Y si en la síntesis está la sabiduría, quizás ellos hayan encontrado el secreto: poner en común lo mejor de sí mismos o, incluso algo más difícil, la parte exacta que encaja con todas las demás para que algo funcione.

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