Aunque no sea ley universal, a casi todos nos gusta que nos sorprendan. Y para ello no es necesario cruzar la frontera de la extravagancia. Dice el peruano Alfredo Bryce que El escritor es un hombre sorprendido… Y es que de vez en cuando basta con que las cosas no salgan como cabría esperar para dejar caer la mandíbula y palpar el humor que brota de lo inesperado. Precisamente del tipo de humor que Kako M. controla.


Crónica por: Ary B.


El viernes en la Sala Cloaka de Málaga se presentaba el artista ante un público cautivo que cerraría la noche cautivado. Lo hace con su hermano Álex Moreno a la guitarra y Dj Funk Fingerz. De nuevo Pekado y Viano abrían la sesión de La CloakRap a eso de las diez, como de costumbre entre los primeros botellines verdes de mágica Alhambra Reserva. Hasta ahí, todo dentro de lo normal.

Y, ¿entonces? ¿Por qué os citaba yo a Bryce Echenique sobre la sorpresa? No era (solo) postureo. Lo cierto es que el Mc que encabezaba el cartel es uno de figura peculiar sobre el territorio Hip Hop en lo que a temáticas se refiere. Kako M. habla concienzudamente de dolor, amor y otras putadas.

Por eso me auguraba una actuación emocional, íntima (que sí lo fue), quizás incluso sobria. Así comenzó, con Yo caminaba tranquilo, canción que nos dibuja un cuadro fotorrealista de la vida en escala de grises. Una imagen que respira verdad y se intensifica con furiosas pinceladas en el siguiente: Mujer. Sin embargo, cuando el cordobés se rebela frente a los sentimientos, lo hace desde la risa. Y eso marca muchas diferencias.

Por ejemplo, ¿sabéis hacer la sardina? ¿Y la moto? Se trata de pasos de un nuevo break dance inventado por él. No os preocupéis, son sencillos de ejecutar. Además, cuando te encuentras a ti mismo dando saltos como si fueras a chutar a gol con la cabeza, te aseguro que te ríes.


Cuando Kako M. se rebela frente a los sentimientos, lo hace desde la risa. Y eso marca muchas diferencias.


Conforme avanzamos sobre fragmentos de Amor e hipertensión arterial en directo, notamos nuevos matices. A Kako no le asustan las baladas ni los botones que éstas pulsan sobre el ego. Crítico con los roles de ambos sexos, en Eva y Adán desafía casi todos los alfileres que sostienen el desgastado corsé del matrimonio. Un tema para llamar a las cosas por su nombre, al igual que el siguiente, Inseguridad, traído desde el Bloody Halloween (2011).

Entre chistes que terminan en badum tss perfectamente orquestados por el Dj, Kako nos presenta a Mirhiam. La dulce voz de la malagueña le acompaña en el single Don’t say a Word de Magic Beats. También se marca un intenso cover de Alicia Keys antes de salir (momentáneamente) del escenario, y más adelante incluso salvará un featuring improvisado. Imaginamos que el siguiente, Zorra, no va por mujeres como ella.

Uno de los favoritos el público es Marionetas suicidas. Aunque la rabia que transmite rompe con la calma de la que veníamos, no está de más el contraste.

Lo curioso del de Córdoba es te habla de usted y derrocha letras que bailan entre campos semánticos reunidos en polisemias imposibles, como Flores de papel. Pero después te cuenta cómo el doctor le diagnosticó anginas Una tarde de diciembre o repite hasta la saciedad el Lois este no es mi vaso de Batman en un estribillo inspirado en Padre de Familia…


Mola que el cordobés nos haga reír tanto con un disco que fundamentalmente habla de (des)amor.


En fin, que un poco weirdo sí que es. Personalmente, me gusta cómo lo admite en El capitán de los piojos, una oda al cuatro-ojos que se siente maldecido por la diferencia. Lo que mola es saber que ese niño raro suele ser el único personaje auténtico al final de la historia.

Antes de irnos, volvemos al selfie humor. Esto es mi forma de llamar al reírse de uno mismo, su circunstancia y ¿por qué no? sus pasiones más inconfesables. ‘Últimamente solo pienso en porno’, por ejemplo, es su máximo exponente, en la línea de No sabía besar o Tonta, golfa, gorda.

Pido perdón a todas las mujeres de la sala, pues era joven y estaba distraído. Así se disculpa por los últimos temas y se despide el artista de nosotros. Mola que sea humilde pero no rezagado; mola que sepa ser políticamente incorrecto y, sobre todo, mola que nos haga reír tanto con un disco que fundamentalmente habla de (des)amor.

 

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