La noche del 30 de noviembre recibimos en Málaga una de esas visitas que obligan a limpiar bajo las alfombras y sacar la cubertería buena: nada menos que The Pharcyde, por primera vez por los sures de España. Sí, el nombre durante décadas situado como top of mind de la etiqueta ‘‘rap alternativo’’ prometía en La Trinchera una velada fácil de calificar, sin miedo a equivocarse, como imprescindible.

Los de L.A. están girando por Europa con su Bizarre Ride II Tour: cinco artistas y un setlist que resucita su álbum debut. El mismo que les situó en el mapa hace 20 años como uno de los grupos más originales del momento. A su propuesta irresistible de subirnos a un colorido Delorean con destino 1992 para revisitar los ritmos que por aquél entonces sorprendieron al Hip Hop dijimos ‘sí, quiero’. Y os contamos cómo fue el viaje.

El cartel prometía abrir puertas a las 22.00 h, así que ya se sabe, nos presentamos allí cerca de las 23.00 h. Fueron Mecks DeeperSound primero y Dj Dres después los encargados de introducirnos en el tono de la noche a fuerza de ritmos yanquis, junto a Kapo (Fat Clap) como speaker. La sala andaba cerca de la mitad de su aforo y entre el público llamaba la atención el número de caras conocidas. Puto Largo, Dj Sayya, Gordo Master, Elphomega, Capaz, Rayka, Dj Pera o Niggaswing se contaban entre los asistentes más puntuales.

No tan puntual fue el propio grupo. Cerca de medianoche, con la sala llena, el primero en subirse al escenario fue L.A. Jay. Lo hizo para calentar los platos mientras sus compañeros se preparaban, y para saludarnos con un lovely ‘Hola Málaga, ¿cómo estás?’ con acento californiano.The Pharcyde-malaga-sala-trinchera-1

Entre sonidos de lo más jazzy y scratches que chisporroteaban desde su mesa, Jay nos dedicó las palabras que buenamente pudo en castellano. No nos importaba mucho lo que tuviese que decir: unos con más estilo y otros con menos, cada uno andaba adentrándose casi involuntariamente en su personal boogie zone. Todas las piernas, caderas y hombros de la sala no responderían más a los impulsos cerebrales en toda la noche, tocaba seguir el ritmo de los altavoces como si de niños siguiendo al flautista de Hamelin se tratara.

Una vez dentro de la atmósfera fiestera que el grupo nos proponía, nos olvidamos de que estábamos en un concierto de rap. O quizás lo redescubrimos. Y es que The Pharcyde fue el grupo que desatornilló los clichés del género musical con su primer disco. Cuando lo que predominaba a su alrededor era el rollo gangsta, el cuarteto se salió del tiesto. Pusieron color, baile y jazz en cada uno de sus tracks. Supieron construir una diversión ciertamente caótica alrededor de ellos e insuflar nueva vida a un movimiento oscurecido por la temática pandillera y el acento en  la violencia.

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Pero no hablemos de historia. El grupo ha tenido sus idas y venidas; uniones, separaciones y reconciliaciones; sin embargo, nada de eso se deja ver sobre el escenario. Cuando al fin tuvimos a J-Sw!ft, Cee Brown, SlimKid3 y K-Natural bajo los focos, todo fue buen rollo. Buen rollo y una sentencia en firme: teníamos que beber, y mucho, para disfrutar del ‘‘hell of a show’’ que nos tenían preparado. A pocos bolos de su vuelta a California, los de South Central venían a darlo todo.

Oooooh Shit! Empezamos fuerte con el segundo corte del álbum, en el que el encanto infantil del grupo se desata cargado de ironía a la altura del ‘K-I-S-S-I-N-G’ entre el fraseo y ¿la madre de quién?

Si entendemos que en Bizarre Ride el buen humor deconstruye con cada tema un tópico de la escena underground, en I’m that type of nigga le toca el turno al egotrip. En la letra se ríen de ellos mismos y nos hacen reír a nosotros que, asfixiados, flipamos viendo la capacidad que tienen estos Bboys para bailar durante cada segundo que sueltan el micro.

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Bailan, rapean y no paran de saltar, pero tampoco les falta tiempo para conectar con el público. Y cuando digo conectar quiero decir físicamente, porque tanto Cee Brown como K-Natural y SlimKid pasaron la mayor parte del directo cantando mano a mano con los asistentes de las primeras filas, ya fuese de pie o sentados sobre los altavoces que preceden al escenario. No fue menos J-Sw!ft, que abandonó su teclado al fondo y se convirtió en el speaker hispano de la noche.

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Cortes como If I were president, On the DL y Officer sonaron antes del mítico Ya Mama, que llegó seguido de Passin’ me by. Dos clásicos cuyos estribillos nos sabíamos y estábamos dispuestos a gritar, porque las clases de inglés hay que amortizarlas.

A estas alturas del show resultaba impresionante la capacidad del grupo para mantener el espíritu travieso y desvergonzado en equilibrio con el control del directo. Orquestar la respuesta del público no es tarea fácil y, sin embargo, los de L.A. parecen tener adiestrado el caos más irreverente .

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Después de Pack the pipe, dedicatorias a J-Dilla y dos éxitos de Labincalifornia, She Said y Drop, nos condujeron hacia el final. Antes de irnos no podía faltar Runnin, un hit de trasfondo más serio, iluminado de coraje y autosuperación. De manos de una agrupación que se atrevió a ser original en su momento y que emana tal energía dos décadas después, me parece coherente e inspirador un mensaje como el de esta canción para despedirnos.

Digamos sencillamente, como hacen ellos, que llega un punto en la vida de cada uno en el que toca ser valientes. No se trata de hacerse el macho, como dice el verso de FatLip, sino de enfrentarse al momento, elegir el coraje por encima del miedo y levantarnos libres cada día. You know, when it’s on, if it’s on, then it’s on.

Crónica y fotos por Ary B.

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