En su cuarto disco en solitario, Shotta recupera la infancia y espera desterrar la vejez. A la vez, incluye algunas de sus letras más adultas.


Crónica y fotos por Ary B.


Esta noche, el sevillano asiste a la Cochera Cabaret de Málaga con orquestación musical de un agilísimo Dj Rune, y Dkila -Mad Division- en el segundo micrófono, más ingredientes autóctonos en la lista de invitados. Vienen a estrenar Flowesía (BOA Música, 2014) ante una sala que cuelga el siempre molón cartel de Sold Out.

Poco dado a seriedades innecesarias, Shotta entrega un concierto vestido de fiesta, entretejido con dosis emocionales. Las canciones insufladas de calma [Sincero, Flowesía] funcionan como puente entre bloques de temas robustos del tipo de Hardcore o Sanse, combinados para llevar al público a la extenuación. Saltemos.

Su nuevo elepé refleja con meridiana exactitud el estado de ánimo y últimas aventuras del artista, destacando entre ellas su reciente paternidad. Bien cosido y fuerte en cuanto a cohesión temática pero excesivo en extensión, Flowesía no será el favorito para los nostálgicos de Shotta. En directo, se combina con un filón de hits anteriores. Los temas de este álbum ocupan la mitad del setlist: suenan nueve de los diecisiete que incluye el disco entre la veintena que ejecutan en directo.


Las canciones que celebraban la urgencia, el jaleo y el éxtasis juvenil, exaltan ahora escenarios más significativos. Las primeras no han muerto, y se combinan con las segundas.


Resultado: lo pasamos en grande. El astuto rapeo del sevillano sobre loops intensos y repetitivos empuja a los cuerpos a sacudir los hombros. La actitud cruje por su frescura en el primer single de lo nuevo: Son Flows, igual que en cortes de Héroe (Sony Music, 2012) a veces puramente divertidos [Naaaah Naaah Nahhh], otras irreverentes, directos a la encía [Mi Política, Pura Mierda].

Contrastes en armonía. Las canciones que celebraban la urgencia, el jaleo y el éxtasis juvenil, exaltan ahora escenarios más significativos. Mola, porque las primeras no han muerto, y se combinan con las segundas. Contamos odas a las grupis [Ven] y las farras [Drunken Monkey], entre letras que elevan el valor de la fortaleza [Superación] y el amor [One Love], o escupen llamas sobre la agostada vida política de nuestro país [Hipocresía].

Hablando de política, y mal hecha, Rajoy asoma la cabeza entre barras de freestyle. Shotta invita al malagueño Skone a compartir improvisaciones, que saltan del Ébola a Cospedal y viceversa.

El de Sevilla sabe rodearse como Dios manda: otros que participan del directo son Gordo Master -aportando al buenrrollismo imperante con Gordos y la mencionada Drunken Monkey– y su eterno cómplice de giras y batallas, El Niño Snake –en Aquí mando yo-. El locuelo de las serpientes también ha estrenado disco hace poco, DL50, del que interpreta un fragmento a capella [Ponme Otra].

También hay hueco para la obligada sesión de un Dj Rune en proceso de internacionalización –acaba de llegar de la DMC World, en Londres-. Que no os líen, no es una pausa para la siesta, sino para seguir la fiesta: frenética en la selección de temas, concienzuda en la mezcla y el scratch.

A una década de distancia quedan los tiempos de aquél enfant terrible de fraseo endiablado, que irrumpía en La Selva (Discos Creador, 2004) a golpe en pecho de ‘‘Mamá, perdóname por este disco’’. Ha llovido cantidad desde entonces hasta las letras presentes. Impregnadas de sensibilidad e impulsos de transformación, nos revelan una dimensión del artista que hasta ahora solo intuíamos y que descubrimos por primera vez en el último corte de Héroe. Sin embargo, también hay elementos que no han cambiado: el de Alcántara mantiene su apuesta por la explosividad en directo.

No es casualidad que sean Gracias y Felicidad los elegidos para despedir la noche. Tampoco que la citada colabo con Morodo sume cinco millones y medio de visitas en YouTube. Será que necesitamos releer la receta para recordar levantar la tapa y subir el fuego. Volver atrás. Simplificar la vida. Sentirlo todo.

No es que Shotta pretenda dejar de crecer, solo reniega de hacerlo siguiendo las [idiotas] reglas del juego adulto.

Dejar respuesta