Cómo mola marcarse de vez en cuando una demencia improvisada; pillar un billete de ida sin provisiones para la vuelta; estar invitado a un plan que promete culminar en desfase whatever it takes. Vamos, algo así como una visita a la Casa Jäger.

El pasado jueves los Freaks nos vestimos de clandestinidad y nos subimos en el autobús que no indicaba destino sobre el parabrisas delantero. Nos fiamos de lo que Jägermeister prometía: una fiesta increíble en una localización desconocida para todos hasta el final. Pero tranquilos, niños, papá y mamá no estaban en Casa…

Los que sí estuvieron fueron Jupiter Lion, Terrier, Disco Mordisco, Le Marchand de Sable Dj y los productos más inesperados de nuestra tierra: Canela Party y Puño Americano & His Puñettes. Seis estilos musicales entrelazados por un factor común rocker desenfadado que inundaba las diferentes habitaciones del hogar familiar. Nos ponemos el blazer rojo anaranjado de la inmobiliaria Jäger-Freak para haceros el tour, aunque con el vaso metálico colgado del cuello más bien parecemos peregrinos de un nuevo y perverso Camino de Santiago.

SergioAlbert

Empezamos por la Habitación de los Papis, donde la verdadera personalidad vintage se mostraba sincera: tapetes de punto de cruz, souvenirs como prueba fehaciente de un cosmopolitismo compulsivo y sábanas con print de leopardo. El corazón del verdadero hispter, versión padre de familia, es hortera por definición y lleva siempre siempre encima camisetas de I Love NY. Camisetas que, por cierto, volaron del armario.

Pero las primeras actuaciones y la mayor concentración de moderneo las encontramos en el Salón, que perfectamente podría haber colgado el cartel de Habitación Itinerante. Porque no se movía del sitio, pero cada vez que entrábamos el escenario representaba un entremés diferente. El suelo negro pronto se convirtió en azul y rosa confetti, y la gran puerta que daba al exterior resultó ser el punto clave de relaciones públicas de la noche: nos conocíamos entre redes de interesante conversación a gritos y nos (re)conocíamos fuera con la santa excusa de fumar y rellenar el vaso.

SergioAlbert

Al otro lado del patio del recreo, las habitaciones de los niños dejaban claro que, de nuevo, las mujeres hipotéticas molamos más. El azul yankee-bedroom y su decorado a medio camino entre Santa Mónica y el Etnies Park de Lake Forest casi nos trasladaban a California. Quizá por ello las fotos con mayores niveles de postureo de la noche se tomaron allí, tomando prestadas gorras, maracas y números de Vice que nunca serían devueltos. Conste que lo único que una servidora se llevó consigo fue una de las minibotellas de Jäger que, escondidas por todas partes, hacían de cada rincón de la casa una pequeña sorpresa con olor a regaliz.

Para el final me he reservado lo mejor: la Habitación de la Hija, esa hija terrible que nadie querría tener: oscura, rebelde y público objetivo de Tickle-Me-Emo pero, eso sí, con muy buen gusto musical. Allí fue donde los Djs de Canela Party nos pusieron a bailar enmascarados y hasta a pintar por las paredes, marcando sin duda uno de los puntos fuertes de la velada…

De la noche radiactiva que Jägermeister nos regaló no desvelaré más, pues creo que el punto de wildness que encierra la propuesta Casa Jäger reside en cierto modo en el misterio y la exclusividad (que no elitismo) que la rodean. Así que me siento obligada a mantener parte de sus secretos para que el espíritu naranja no se pierda: no sabes a dónde vas, ni qué te vas a encontrar, pero sabes que la sorpresa será, cuanto menos, inolvidable.

Crónica por Ary B.

Fotos de Sergio Albert para Edelman.

Dejar respuesta